El fondo es forma: Laura Artemisa y la reconfiguración del poder
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En aquel remoto año de 2012, cuando la maestra Laura Artemisa García Chávez aceptaba el cargo de coordinadora Estatal de Vinculación con la Sociedad Civil de la Campaña del PRI que encabezaba Enrique Peña Nieto, jamás imaginó que dos sexenios después habría de ser la presidenta de la Junta Local de Gobierno del Congreso del Estado de Puebla, por un partido distinto que en aquel momento histórico ni siquiera existía. Mucho menos, que su labor con las bases sociales la pondrían muy pronto en una plataforma política para aspirar a la presidencia municipal de la ciudad de Puebla.
Aunque sólo han pasado unos cuantos años, a la corta distancia podemos afirmar que “eran otros tiempos” –aunque parecen de pronto regresar con otros rostros y otros nombres–. El país buscaba retomar el camino luego de 30 años de políticas neoliberales y fórmulas económicas ajenas que sólo habían dejado pobreza y una tremenda pérdida de identidad en las comunidades del México profundo.
Habían pasado ya 12 años de gobiernos panistas que terminaron decepcionando al electorado y dejado una estela de la violencia, una Guerra contra el Narco y decenas de colectivos de padres, madres, esposas y huérfanos que buscaban a sus desaparecidos. Las historias se acumulaban cada día y la única respuesta de las instituciones era el silencio.

Era ese México que buscaba un cambio de rumbo, un gobierno que mirara a la gente, después de décadas de crisis económicas, ampliación de la pobreza y enriquecimiento de unos cuantos. No había muchas opciones para donde hacerse. La tercera línea política era el Partido de la Revolución Democrática (PRD) conocido como “El Sol Azteca”, conformado por tribus de izquierda, colectivos y socialistas de la década de los 70. Todo en uno, pero dividido por dentro; misma división que lo llevó a su muerte.
Parece historia del siglo pasado, pero no, es la historia reciente del México del Siglo XXI. De las dos primeras décadas. Un coletazo del dinosaurio de la Revolución que regresó al poder para aniquilarse a sí mismo o trasmutar en una nueva advocación, reformado, reconstruido desde sus bases y reconciliado con el pueblo.
A 13 años de distancia, pasado ya el último sexenio PRI, concluido también el primer sexenio de Morena y el primer año de la primera mujer presidenta de la República, la Doctora Claudia Sheinbaum, México ya no es el mismo –aunque tampoco puede ser otro–. La reconfiguración del poder y el empoderamiento del pueblo, modificaron la forma de hacer gobierno y lograron una redistribución de la riqueza que en los 40 años previos no se había tenido.
Muestra de esa reconfiguración del país es la trayectoria de Laura Artemisa, que antes de la creación de Morena, pasó también por la estructura de Movimiento Ciudadano (MC) y hoy se encuentra entronada como líder del Congreso del Estado bajo las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional, y –quienes saben– dicen que sería una de las cartas fuertes del gobernador Alejandro Armenta para la elección del 2027, al menos esa es la lectura política que el mandatario ha envido en sus últimas apariciones públicas junto a la diputada, como la de ayer, durante la inauguración de su nueva Casa de Gestión.
Han pasado los sexenios, se ha reconfigurado el poder, sin embargo, en la política mexicana, al igual que en la aldea, los modos y las formas siguen siendo iguales que en el pasado remoto y reciente. Tal vez porque no conocemos otras, o tal vez porque en el fondo seguimos esperando que sigan siendo las mismas.
Cuenta de X: @mecinas
Director de Quinceminutos MX
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