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Claudia Sheinbaum, entre la continuidad de la 4T y un estilo de gobierno propio

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    Quinceminutos.MX
  • hace 2 horas
  • 3 Min. de lectura
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Con el cambio en la estrategia de seguridad, de “abrazos, no balazos” y un discurso gubernamental más moderado, la presidenta Claudia Sheinbaum ha marcado una diferencia en su estilo de gobernar, distinto al del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Con ello ha creado un sello propio y logrado un consenso mayoritario entre los mexicanos, quienes la colocan entre el 70 y 78% de aprobación en sus primeros once meses de gobierno.


La figura de Claudia Sheinbaum, que fue creciendo de menos a más —desde la interna de Morena en 2023, cuando López Obrador puso a competir a todas sus “corcholatas” por la candidatura presidencial—, se convirtió en tan solo unos meses en la presidenta con mayor aprobación en su primer año de gobierno, incluso por encima de Carlos Salinas de Gortari, quien alcanzó 69.2% en 1989, y superando también el 67% de AMLO en 2019.


Es de reconocer que la llegada de una mujer a la Presidencia de la República generó gran expectativa tanto dentro como fuera del país. México, con apenas un siglo desde su Revolución armada y solo 69 años desde que las mujeres ejercieron por primera vez su derecho al voto en una elección federal, experimentó una transformación simbólica. Esa expectativa pronto se convirtió en respaldo a sus acciones y en reconocimiento internacional, posicionándola como un personaje destacado entre los líderes del mundo.


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Aunque en la percepción ciudadana se recuerda a figuras como Martha Sahagún y Beatriz Gutiérrez Müller que tuvieron influencias cercanas al poder en los gobiernos de Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente, nunca en la historia de México una mujer había asumido la Presidencia de manera directa, ni mucho menos había negociado de tú a tú con Estados Unidos. Algo que no logró ni López Obrador, quien delegó esa tarea en Marcelo Ebrard —y que a decir de Donald Trump: "se dobló"—.


Si bien a Claudia Sheinbaum le ha tocado cosechar parte de los resultados de las reformas emprendidas por AMLO en el sexenio anterior —principalmente la reducción de la pobreza a través de la redistribución de la riqueza nacional—, la presidenta ha mostrado un estilo más práctico y acertado. Ejemplos de ello son la implementación del Programa Lázaro Cárdenas del Río en los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Puebla, el rescate de los ríos y cuencas contaminadas como el Río Atoyac, los programas de vivienda, el impulso a la soberanía nacional mediante el desarrollo tecnológico y los Polos de Bienestar. Todo ello muestra un proyecto de nación estructurado y definido, que busca superar la etapa del encono y resentimiento entre mexicanos dejado por la elección anterior.


Tras su Primer Informe de Gobierno este 1 de septiembre, los retos son mayores. Los resultados positivos o negativos de sus estrategias ya no podrán atribuirse fácilmente a los “gobiernos del pasado”, sino que serán consecuencia directa de las acciones u omisiones de su administración. El desafío es doble, porque además deberá asumir la responsabilidad de las decisiones heredadas del sexenio anterior, a lo que Morena denomina el primer piso de la 4T.


De esta forma, Claudia Sheinbaum llega a su Primer Informe con más reconocimientos que críticas. No sólo como la primera mujer presidenta de México, sino como una mandataria que en menos de un año ha aprendido a ser presidenta de todos, y que ha sabido desde negociar con Donald Trump, hasta "dar un jalón de orejas" a políticos que sólo presumen en redes sociales sus excesos o atarle los cordones de los zapatos a un niño, a la vera de un camino, en una remota comunidad de Oaxaca.


Cuenta de X: @mecinas

Director de Quinceminutos MX

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