Ruptura explosiva entre Donald Trump y Elon Musk sacude a Washington y Wall Street

Se cae la alianza en medio de insultos, amenazas y acusaciones explosivas

Washington, D.C. (IA) — Lo que comenzó como una poderosa y estratégica alianza entre el expresidente Donald Trump y el empresario Elon Musk terminó este jueves en una espectacular y pública ruptura, marcada por insultos, amenazas y acusaciones graves en redes sociales.

La relación, que en sus inicios se comparó con el lanzamiento de un cohete de SpaceX —con impulso y aparente éxito— terminó estrellándose con estrépito. La tensión alcanzó su punto más alto cuando Trump amenazó con cancelar los millonarios contratos gubernamentales que Elon Musk mantiene con el gobierno federal.

La respuesta del empresario no se hizo esperar: aseguró, sin aportar pruebas, que “Trump aparecía en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos. ¡Que tengas un buen día, DJT!”

El conflicto estalló durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, cuando un periodista cuestionó a Trump sobre las críticas de Musk al ambicioso “Proyecto de Ley Grande y Hermoso”, impulsado por la administración republicana. “Estoy muy decepcionado con Musk”, dijo Trump, rompiendo días de silencio frente a los duros comentarios del empresario en su red social, X.

Musk, quien apenas una semana antes se había despedido del cargo de jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) con una ceremonia simbólica en el Despacho Oval, respondió en tiempo real: “Esto se pone cada vez mejor. Adelante, hazme el día”.

Trump, en su red Truth Social, arremetió con una amenaza directa a las finanzas del magnate: “La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles y miles de millones de dólares, es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon”.

Las consecuencias fueron inmediatas. Las acciones de Tesla cayeron más del 10%, reflejando la inestabilidad provocada por el choque. Aunque habían repuntado tras el triunfo electoral de Trump, el comportamiento errático de Musk al frente del DOGE y su reciente regreso a sus empresas privadas habían generado ya cierta volatilidad.

La magnitud del enfrentamiento resulta impactante, dada la cercanía que ambos habían cultivado. Musk no solo respaldó públicamente a Trump desde julio, sino que incluso ocupó un cargo clave dentro del gobierno.

Durante su estancia en el DOGE, cerró agencias completas y promovió despidos masivos en la burocracia federal. A pesar de sus métodos controversiales, Trump le había dado carta blanca para “recortar e investigar” el aparato gubernamental.

Pero la relación empezó a resquebrajarse en abril, cuando Musk tildó de “imbécil” y “más tonto que un costal de ladrillos” al asesor comercial Peter Navarro. Las diferencias se profundizaron cuando criticó en CBS News el tamaño del nuevo paquete legislativo republicano, acusándolo de “aumentar el ya gigantesco déficit presupuestario”.

El sábado pasado, Trump retiró la nominación de Jared Isaacman, cercano a Musk y usuario frecuente de SpaceX, como administrador de la NASA. Musk devolvió el golpe el martes llamando al proyecto de ley una “abominación repugnante” y pidiendo a los votantes que derroten en 2026 a los políticos que lo apoyen: “En noviembre del año que viene, despediremos a todos los políticos que traicionaron al pueblo estadounidense”, advirtió.

El miércoles continuó su ofensiva: “¡Maten el proyecto de ley!”, escribió Musk en X. “Quebrar América NO está bien”.

El jueves, Trump pareció poner punto final a la relación: “Elon y yo teníamos una gran relación”, dijo, utilizando el tiempo pasado con notable frialdad. Musk replicó de forma mordaz: “Sin mí, Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos estarían 51-49 en el Senado. Qué ingratitud”.

Lo que fue una alianza política singular —entre el líder populista republicano y el empresario tecnológico más poderoso del país— se ha disuelto en una tormenta de recriminaciones, dejando atrás no solo una serie de proyectos compartidos, sino también una advertencia para futuros colaboradores del expresidente: en la órbita de Trump, incluso las relaciones más rentables pueden autodestruirse en cualquier momento.