Poblano llega de rodillas al altar de la Virgen de Guadalupe para cumplir una penitencia por su madre
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Gerardo emprendió el recorrido desde Puebla hasta “La Villita” en la Ciudad de México

Ciudad de México (Quinceminutos.MX). –Entre rezos, silencio y miradas solidarias de los fieles, Gerardo Soriano Martínez, un poblano de 32 años, llegó de rodillas hasta el altar de la Virgen de Guadalupe en la Basílica del Tepeyac, como acto de fe y penitencia dedicado a la memoria de su madre, Margarita Martínez, fallecida hace dos años.
Gerardo emprendió el recorrido desde Puebla hasta “La Villita” con un objetivo claro: ofrecer su sacrificio espiritual para pedir por el descanso eterno de su madre.
“Hoy vengo desde Puebla a la Villita para hacer esta penitencia por mi madre Margarita Martínez que murió hace dos años. Vengo de rodillas y con estos nopales para llegar al altar de la Virgen de Guadalupe”, relató, al explicar que este acto simboliza el amor, el agradecimiento y la esperanza de aliviar el camino espiritual de su madre.
De acuerdo con su testimonio, la motivación de su penitencia está ligada a una creencia profundamente arraigada en su fe católica.
“Mi hermano que es muy allegado a la Iglesia, dice que ella, como todos, tenemos que librar una lucha en el purgatorio. Mi penitencia es decirle a mi Morenita que puede ayudar a que mi mamá solo esté un tiempo ahí”, expresó.
El poblano aseguró que el recorrido representa una forma de retribución por todo lo que su madre hizo por él en vida.
“Vengo hacia su altar, para demostrarle el amor que le tenía a mi mamá y mi agradecimiento sobre todo, por el sacrificio que ella me brindó cuando ya lo necesité. Ahora es como regresarle esa ayuda que ella me brindó para que ella pueda descansar en la vida eterna”, afirmó.
Gerardo reconoció que su relación con la fe no siempre fue constante. Confesó que hubo una etapa en la que se alejó de la Iglesia debido a momentos difíciles.
“Soy católico, hubo un tiempo que me enfoqué en ir a la iglesia, misas y todo eso, pero hubo un tiempo que igual me alejé, porque me fue mal y yo le dije en ese momento a Diosito que me había dado la espalda”, compartió.
Sin embargo, aseguró que hoy entiende su experiencia desde otra perspectiva. “No podemos negar lo que Él decida. No me dio la espalda, lo entiendo, y estoy agradecido con él porque me dio la vida también”, concluyó.
La historia de Gerardo se suma a las miles de expresiones de fe que cada año llegan al Cerro del Tepeyac, donde la devoción a la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo de consuelo, esperanza y reconciliación espiritual para los creyentes.
*Con información de Jorge Reyes @ArquidiocesisMx


































































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