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Inclusión y educación universal en México



Nuestro país no sólo vive una transformación política, sino también el paso de su primera a su segunda profunda reforma educativa del siglo XXI. En ambos paquetes normativos se contemplan ambiciosos intentos por incluir a distintos sectores aislados históricamente del derecho a estudiar. Cada reforma - a su manera - busca abatir el rezago y avanzar hacia la cobertura universal.

Y precisamente si nos enfocamos al eje de la inclusión educativa, hay peculiaridades claras entre la Reforma de 2013 de Enrique Peña Nieto y la que se vislumbra para 2019 con el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Una – quizás la más notoria - tiene que ver con la cobertura obligatoria. Y es que pasaremos de la obligatoriedad en la educación básica (preescolar, primaria y secundaria) a la elevación a rango constitucional de la gratuidad en todos los niveles de educación (preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior). Además, en la Reforma Educativa lopezobradorista se ha anunciado la creación de 100 universidades nuevas en las zonas más marginadas del país, situación que abona a esta visión universalista.

La segunda peculiaridad que se destaca en ambas reformas, la de 2013 y ésta de 2019, se plasma en la estrategia antideserción, en otras palabras, en todos los mecanismos para evitar que las y los educandos abandonen las aulas por el contexto socioeconómico que existe en sus hogares. En 2013, se enfatizó un amplio esquema alimenticio soportado por el Programa Escuelas de Tiempo Completo. Aquí, las niñas y los niños de comunidades marginadas alargan su jornada de aprendizaje con un complemento de alimentación financiado por el Gobierno pero operado por las madres y los padres de familia; asimismo, las jornadas ampliadas traen consigo incrementos salariales a docentes y mejores resultados académicos. Y es que, al final de la primaria, las y los involucrados en este programa terminan estudiando el equivalente a nueve años en vez de seis. Y el tiempo en el aula hace la diferencia.

La reforma peñanietista también mantuvo una beca denominada Promajoven que ataca las raíces de la deserción en educación básica para jóvenes madres solteras. Hoy, con la reforma que viene en 2019, se mantendrán y fortalecerán estos esquemas, sin embargo, también se adicionará un costoso pero prometedor programa de becas para todas y todos los estudiantes de bachillerato del país. Con esto se pretende que ningún joven hombre o mujer quede fuera de un proyecto universitario.

Para concluir con esta breve mirada a los esquemas de inclusión, habría que decir que ni la reforma de 2013 ni la de 2019 profundizan en el impulso a la educación indígena y especial. Hasta el momento, se sabe que se mantendrán los esquemas ya existentes para estos niveles, únicamente con variantes en su diseño pero no en su fortalecimiento.

*Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.


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